Paz, tranquilidad y un cielo azul, fueron el marco para quienes quisimos tomar algunas fotos. Además, tuvimos la gran oportunidad de luchar por nuestra comida, logrando un gran triunfo, digno de nuestra especie humana (y del hambre que teníamos). Y es que el único punto gris, fueron las chaquetas amarillas que quisieron compartir de nuestro asado.
Al regreso, una visita al pueblo de Coya, y a las termas de Cauquenes, cerraron una buena jornada de grata compañia.
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